Sucio, maloliente, con las manos rudas y agrietadas, Roberto tomó la boleta de su cheque (que seguía sin llegar al salario mínimo), jodido pero agradecido; sonriente, acercó la almohadilla y llenó de tinta su dedo pulgar, cuya huella digital estaba casi borrada por cada pieza de concreto que subía a los camiones de carga. No importaba. Impregnó su dedo y lo presionó fuertemente sobre la boleta. Viendo a Remigio que dibujaba sus iniciales muy lentamente sobre su respectiva boleta, le dijo:
-“¿Pa´ que putas tanta mierda? ¡Mejor más rápido con el dedo!"
-“¿Pa´ que putas tanta mierda? ¡Mejor más rápido con el dedo!"