lunes, 22 de diciembre de 2008

TARJETA DE NAVIDAD

Una de las tradiciones que se han ido perdiendo en Guatemala es la de enviar tarjetas navideñas a los familiares y amigos.

Recuerdo que allá por los año 80’s, mi padre mandaba a hacer las tarjetas o las compraba porque ya las vendían por docena. Los motivos favoritos eran pastorcitos, José María y Jesús, ángeles y otros, pero todos vestidos con trajes indígenas. Después llegaba a la casa y hacía una larga lista en una hoja de papel, pidiendo siempre a mi madre su opinión para no dejar a nadie sin tarjeta. Nunca faltaban las discusiones por darle a este, o por no darle a aquel. Cosas de mis viejos. Al final se definía la lista y posteriormente, mi padre con su letra caligráfica que siempre admiré, comenzaba a llenar cada uno de los sobres. Era emocionante ir a repartirlas y recibir otras a cambio. Nuestro arbolito de navidad siempre estaba lleno de tarjetitas de toda clase: unas parecidas a las nuestras, otras más grandes y algunas con música que venían de los amigos o parientes en Estados Unidos; también extrañaban mis viejos la tarjeta de alguien que siempre había llegado pero aquel año no. Suspiraban diciendo “saber que le pasó a aquel”. Recordá que la comunicación no era tan eficiente como ahora.

Esta tradición se terminó. Sin embargo yo quiero enviarte hoy una tarjeta a la usanza de aquellos tiempos, pero con la Guatemala de hoy… a ver, te la describo:

En la parte de arriba tiene un cielo estrellado de fondo, pero una estrella sobresale del lado izquierdo. Abajo tiene montañas todavía algo verdes porque no han terminado de depredarlas, pero eso si, sin nieve, (Somos Guatemala, ¿si te acordás va?). Al lado derecho, muy a la derecha, tiene un ranchito tan humilde en el que podemos ver por la ventana, a una familia cenando tranquilamente. Es una familia dos veces desintegrada: La primera por la insania de la guerra que les quitó al hombre de la casa que solo era un campesino catequista, por lo que lo etiquetaron de “rojo” y nunca apareció. La segunda, porque por necesidad el mayor de los hijos se fue a la ciudad, pero se volvió marero y no se sabe de él, es decir, se lo quitó la guerra actual. La pobre viuda está contenta, dentro de lo que cabe (como muchos en Guatemala), porque está con sus otros hijos, hijos políticos y nietos.

Si te acercás más verás dentro de la casa, que la cena son unos tamalitos, café y tortillas recién hechas, pero para más tarde tienen una magdalena y ponche de frutas. Los adornos son sencillos: Unas cadenas de manzanillas atravesadas por un hilo (¡Qué rico huelen va! ¿Sentís?) Aunque faltan algunas manzanillas cada cierta distancia porque el Chepito se las ha ido comiendo, según él, sin que nadie se de cuenta. Tienen unas palmeritas en todas las paredes que la Mariíta trata de bajar pero qué bueno que no alcanza todavía. En el piso de tierra hay pino muy verde que huele muy rico y los patojos juegan con sus camioncitos de madera y las patojas con sus muñequitas de trapo. En una esquinita hay un nacimiento hecho con muñequitos de tusa y casitas de barro y otros adornitos que parecen patitos, gallinas y ovejitas. La viuda voltea a ver su nacimiento con orgullo y mucha nostalgia, mientras se traga el nudo en la garganta porque no es momento de llorar por los que se han ido.

¿Viste que tampoco hay “Santacloses” ni muñecos de nieve?, es que aquí siguen siendo Guatemala vos, (porque no hay nada que me parezca más ridículo que ver a esos pobres hombres vestidos de “Santa” con trajes rojos y botas para la nieve, en este país tropical).

A las doce le rezarán al buen Dios para darle gracias, pues a pesar de todo, siguen vivas las enseñanzas del catequista mártir de la familia que siempre les leía por estos días la frase que tiene esta tarjeta del lado izquierdo en letras doradas, cabal debajo de la estrella que sobresale:

“Gloria a Dios en el Cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”

Con esta sencilla tarjeta, te envío a vos que me leés, mi más fuerte abrazo fraterno y mis mejores deseos para que el próximo año 2,009 sea abismalmente mejor que este año 2008. Que desaparezca el promedio de 16 muertos diarios, que nunca más se den robos millonarios desde el gobierno, ni más corrupción. Que ya no quede más hambre y que vaya desapareciendo la injusticia social.

Especialmente va este mensaje a toda la Diáspora Guatemalteca, con el deseo de que algún día podamos todos estar reunidos en nuestra querida patria, y que hagamos de este país lo que siempre hemos soñado.

sábado, 13 de diciembre de 2008

EL SINDROME DE MARGARITA VADILLO Y LA T.V. NACIONAL

Margarita Vadillo es un personaje creado por el insigne escritor José Milla y Vidaurre en 1,876 y que aparece en la novela “Memorias de un Abogado”. Esta novela menciona que Margarita había servido de nodriza a un niño que había nacido “contrahecho, de facciones nada regulares y de un carácter duro y violento”, con el tiempo se quedó cuidándolo como su niñera. Resulta que después nació el segundo hijo de la familia, que era muy lindo, amable y tranquilo por lo que todos sentían un inevitable choque contra el primero. Margarita concibió un “amor entrañable” por el niño feo y malcriado, por lo que sentía profundo dolor por los desprecios que recibía y concibió en su cabeza un “extraño silogismo”: Pensó que si no existiera un niño tan lindo en la familia, todos dejarían de ver los defectos del primero.

Decidida a favorecer a su consentido, ideó un macabro plan: Un día la señora de la casa salió por lo que Margarita se quedó sola con las criaturas. Estaban jugando cerca del horno y les dijo que uno de los dos fuera el cochinito y que el otro lo asaría. El niño pacifico aceptó inocente ser el cochinito de aquel supuesto juego y Margarita “puso el cuerpecito en actitud de imitar la figura que hacía el animal y aquella mujer sin entrañas metió al desgraciado niño en el horno y tapó la boca para que no pudiera salir ni se oyeran los gritos”. El niño murió calcinado.

Menciono el caso anterior pues este conjunto de síntomas al que por llamarlo de alguna manera, he nombrado en broma si se quiere, el “Síndrome de Margarita Vadillo” suele suceder a menudo en nuestra sociedad. No pretendo parecer un psicólogo ni mucho menos, pero estas actitudes consisten en tratar de opacar o desaparecer aquellas cualidades o virtudes de los otros y que pueden hacer resaltar los defectos propios por la comparación lógica que se suscita. Esto se observa en familias, compañeros de trabajo y en los lugares menos esperados.

Un caso particular que me ha llenado de indignación, es toda la campaña que ha desarrollado la mal llamada “televisión nacional”, primero en contra de T.V. Maya y ahora en contra del distinguido periodista y Master en Sociología Gustavo Berganza.

Resulta que este monopolio del mexicano Angel González se siente amenazado primero, por una televisora que lo único que pretendía era poder hacerse de algunos fondos para su funcionamiento a través de publicidad. Esto por supuesto no fue nada grato para el monopolio, pues hasta ahora solo ellos tienen ese privilegio. Segundo, el distinguido Gustavo Berganza en una de sus columnas hizo mención de un secreto a voces, al hablar de los favores políticos que ha tenido este monopolio desde el Congreso de la República y que van desde una rebaja considerable de los impuestos, hasta promover leyes en contra de T.V. Maya. Esto desató una serie de críticas en forma de “noticias” que descaradamente difamaban a los mencionados.

La escena de escuchar a los presentadores de Noti-Siete y Telecentro difamando a otros sin ningún fundamento real, es simplemente patética. Lo interesante del caso es que cada vez se va volviendo un verdadero honor ser criticado por el monopolio televisivo, ya que los que han sido víctimas de este veneno, han demostrado ir por el camino correcto.

Va desde este humilde espacio mi apoyo tal vez insignificante para el señor Gustavo Berganza, pero que va nutrido con la esperanza que surjan muchos otros columnistas y profesionales de otras áreas, dispuestos a denunciar desde sus espacios esta corporación que ha caído en la ignominia, y que está dispuesta a desplegar todo su poderío mediático en contra de quien tenga una opinión distinta a la propia. Esto simplemente no debería suceder.

martes, 9 de diciembre de 2008

ACTUAL PARANOIA I

-El autoexilio es ridículo e infructuoso cuando no se es un perseguido político, ni revolucionario, ni nada. Más parece cobardía. ¡Lloro sangre por eso! Mi padre también se fue del país pero por defender sus ideales. Nosotros… ya no importa… ¡Nos vamos!... Primero Dios todo sale bien.

-¿Primero Dios Margarita?... Aunque Dios no vaya de primero, ¡Nos Vamos!

-No blasfemés Mario, no blasfemés.

-¡¿Blasfemar?! No te preocupés Margarita. Si Dios no nos escucha las oraciones, tampoco escucha las blasfemias. ¡¿Y no que él es justo pues?! Entonces ni unas, ni otras.

-Con vos no se puede.

Mario sumergido entre los papeles, tomó el último sorbo de café ya frío y más amargo que de costumbre, mientras Margarita continuaba seleccionando la ropa mas adecuada para el viaje. Sentían frío. Pero no por fuera sino por dentro. El ambiente era sombrío, lúgubre, tenso, desgraciado. Margarita no dejaba de pensar en sus hijos y le pedía a Dios que hubieran llegado bien. Se decidió por fin a cocinar unos huevos y mientras se dirigía a la estufa preguntó con energía:

-¿Ya no recibiste más llamadas telefónicas verdad?

Mario sonrío burlonamente:

-¡Sos necia Margarita! Ya te dije que si así hubiera sido te lo habría contado enseguida.

Margarita suspiro de alivio. Preparó los huevos revueltos, sirvió más café y abrió una nueva cajetilla de cigarros:

-¿Querés? –Dijo mientras mostraba la cajetilla-

-Gracias. –Respondió Mario mientras terminaba de ordenar los documentos. Observó por un momento la mesa, que al igual que la estufa, no tuvieron tiempo de vender.

Mientras estaban cenando, Margarita percibió que las manos de Mario temblaban incontrolables. El motivo era obvio: Habían continuado las extorsiones y amenazas aquella tarde, pero no quiso decir que lo había descubierto para no inquietarlo más y porque se sintió indiferente ante aquella situación. Justificando su indiferencia, pensaba en la frase de Manuel José Arce: “El horror, como las drogas, crea tolerancia en el organismo social, a fuerza de repetirse, se neutraliza”.

Se acostaron pero ninguno de los dos pudo dormir aquella noche.

No se puede dormir cuando uno va a dejar la patria por salvar la vida. Salvarla de la maldita avaricia de los que extorsionan y de los que exprimen Guatemala desde sus corruptos e impunes cargos públicos. Maldita avaricia también la de los poderosos caninos que manipulan el sistema haciéndolo cada vez más injusto.

Margarita recordó su fiesta de quince años y vió de nuevo a los marimberos tocando solemnemente aquella canción que retumbaba en su cabeza. Mario sintió por un momento un delicioso sabor a tamal, que le hizo agua la boca.