Una de las principales muestras de la creciente brecha que existe entre ricos y pobres, es el constante incremento de barrios marginales conformados principalmente por vertientes migratorias provenientes de los pueblos que confluyen en ciudades espejismo que a los ojos inocentes de los pobres, prometen muchísimo más de lo que en realidad pueden cumplir.
Lamentablemente existe cierta discriminación en el ambiente cuando se presenta alguien que venga de estas colonias, pero no es bueno generalizar en ningún aspecto de la vida. Ya es hora que vayamos aplicando aquello de
Muchas de estas colonias tienen nombres que nada tienen que ver con las tristes condiciones que allí se viven. Nombres que son realmente atractivos y más parecieran colocados para atraer a los potenciales negociantes de bienes raíces. Por ejemplo en Guatemala existen colonias muy peligrosas con nombres como “Ciudad del Sol”, “El Paraíso” y “Carolingia” por mencionar algunos (El nombre "carolingio" es utilizado en relación a la dinastía de Carlo Magno). Recuerdo en Costa Rica un barrio muy temido denominado “La Sagrada Familia” y la ya famosa “Ciudad de Dios” en Brasil.
Lo cierto es que muchas de las personas que allí viven, no tienen opciones reales para salir adelante. Los problemas como desintegración familiar, drogas, alcohol, deficiencia o ausencia de condiciones adecuadas de salud y seguridad, y las pandillas entre otros, impiden el desarrollo de actividades que para otros son las más comunes y corrientes; actividades como instalar un negocio, dedicarse a estudiar, hacer algún deporte o hasta tener novia o novio, pueden ser causa de una muerte anunciada en estas tierras de nadie.
Durante varios años de mi vida estuve en uno de estos barrios y me tocó ver de cerca cómo se iban destruyendo los talentos de algunos de mis amigos. Uno de los casos que más me impactó fue el de Alex que a los catorce años se había convertido en un temido pandillero de la colonia allá por los años 80’s. Desafortunadamente en una pelea callejera recibió un disparo en la columna vertebral y nunca más pudo caminar. Sin embargo tuvo la suerte de ser ayudado por un extranjero que le enseñó a descubrir su capacidad para la pintura y logró sobresalir y viajar fuera del país con su arte, hace unos días me enteré que se encontraba por Italia.
Pero esa no es la generalidad sino un caso muy aislado y poco común. Demasiados jóvenes talentosos se pierden en la maraña de conflictos que se entrelazan a los alrededores de su colonia. Parecieran enredaderas que crecen para evitar a toda costa que las personas que allí sobreviven, logren su inserción a la sociedad. Si se pudiera hacer un inventario de todos los recursos humanos que en estos barrios se desperdician entre la anarquía, la sobrevivencia y el resentimiento, quedaría de manifiesto que es de suma importancia que se creen programas que brinden oportunidades a estos jóvenes.
Lamentablemente existe cierta discriminación en el ambiente cuando se presenta alguien que venga de estas colonias, pero no es bueno generalizar en ningún aspecto de la vida. Ya es hora que vayamos aplicando aquello de
“No cortemos la cizaña, no sea que con ella cortemos también el trigo”.
Foto tomada de aqui.